Educación por proyectos; aprender haciendo
Detrás de casi cualquier iniciativa se puede encontrar un equipo interdisciplinario trabajando juntos para hacer que suceda. Y cuando el proyecto tiene lugar en el aula, los estudiantes tienen la oportunidad de participar en la resolución de problemas del mundo real, de “aprender haciendo”. Por eso, en el Colegio CEU San Pablo Sanchinarro trabajamos según un modelo de Educación por Proyectos.
Este modelo de aprendizaje parte de un problema real del conocimiento previo o de la propia experiencia de los alumnos. A partir de él, se identifican las necesidades de aprendizaje, se busca la información oportuna y finalmente se regresa al problema para aportar una solución.
Es preciso acabar con esa visión del estudiante como receptor pasivo del conocimiento. Y también, cómo no, con esa imagen del profesor como guardián del conocimiento y transmisor de un conjunto estático de hechos. Hoy día no basta con que el profe escriba en la pizarra información copiada de los libros, para que luego el alumno vuelva a copiarla en el cuaderno y la reproduzca lo más fielmente posible en los exámenes. De esta forma, y por lo general, sólo se evalúan situaciones de baja demanda cognitiva, bien sea el aprendizaje memorístico de datos, fechas, hechos, o bien la aplicación no razonada de algoritmos, fórmulas y procedimientos, incluso la comprensión básica de hechos.
En el modelo del Aprendizaje por Proyectos los alumnos trabajan de manera colaborativa en pequeños grupos, compartiendo la posibilidad de practicar y desarrollar habilidades, observando y reflexionando sobre actitudes y valores que en el método convencional expositivo difícilmente podrían ponerse en acción. Por El aprendizaje se genera no solo de la obtención del resultado final, sino de cada una de las fases del proceso.
Los alumnos pueden adquirir habilidades y destrezas específicas, tanto individuales como sociales, búsqueda de soluciones a problemas o preguntas concretas, a partir de la investigación, la reflexión y el debate, favoreciendo el pensamiento crítico y creativo, el pensamiento de orden superior, que despierta esta forma de “aprender haciendo”.
Autonomía y responsabilidad
Una de las principales características de la Enseñanza por Proyectos es que propone tareas que suponen un reto intelectual basado en la investigación. Esto implica leer, escribir, debatir, acordar y realizar presentaciones orales ante un público compuesto por los propios compañeros. En ese camino, los docentes actúan como orientadores del aprendizaje, facilitando que los estudiantes adquieran ante este proceso autonomía y responsabilidad. El profesor se convierte así en mediador o guía, al tratar de encaminar al niño, a fin de hallar la mejor solución al problema planteado en clase. Y no sólo se dedican nuestros profesores a motivar al alumnado, reforzarlo o facilitar pistas para avanzar en el proyecto, además deben ser flexibles ante el pensamiento crítico de sus alumnos, amén de conocer bien el reto planteado y las posibles soluciones. Junto a ello, el profesorado reserva un tiempo suficiente para atender las inquietudes y necesidades de los alumnos, también de forma individualizada.
Fomentar la autonomía de los alumnos también es esencial, tanto al elegir el proyecto o su enfoque como al contar con tiempos de trabajo sin supervisión. Según los expertos, los estudiantes que perciben una mayor autonomía tienden a tener experiencias más positivas durante el aprendizaje. Además, este tipo de trabajo autónomo fomenta más la responsabilidad que los métodos de instrucción tradicionales.
Es evidente: el sistema en el que los estudiantes repiten como loros la lección del maestro no es útil en nuestros días. Seguir un método sistemático como la Enseñanza por Proyectos en las diferentes etapas educativas es clave para el futuro de nuestros alumnos y alumnas; adquieren la competencias y desarrollan las habilidades que reclama el Siglo XXI.