Celebramos con júbilo el 150 aniversario del nacimiento del Padre Ayala
Entiendo que lo primero en la obra educadora es conquistar el corazón, con un amor que se entiende y agradece, con un trato amable y preocupándonos de su alegría.
Esta es, sin duda, una de las frases más célebres del Padre Ángel Ayala y Alarcó. Recordándola es fácil entender el sentir y la vocación del fundador de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), organización promotora de la Fundación CEU San Pablo.
El Padre Ayala es una figura ejemplar del cristianismo y un referente para la Iglesia Católica. Alegre, sereno y un gran trabajador, fue un evangelizador incansable que jamás dejó de luchar por Dios y por el prójimo.
Generoso con los demás, regalaba las palabras y sonrisas más amables. «¡Qué bueno ha sido Dios conmigo!» repitió agradecido a lo largo de toda su vida. Nunca se cansaba de dar gracias a Dios por todo lo que recibió: desde su familia hasta la ACdP, pasando por su formación, la labor diaria de sus educadores, la amistad, su vocación, el trabajo realizado e incluso la enfermedad.
Un pedagogo activo que siempre está presente en la familia CEU
El Padre Ayala dedicó toda su vida a la pedagogía, en la que destacó por su visión innovadora. Siempre será recordado por su gran capacidad para conectar con los más jóvenes.
En su larga creación literaria es clave su libro Prácticas de Pedagogía (Madrid, 1919). Con esta obra sentó las bases de lo que él denominó como «pedagogía activa», una forma de enseñar que entendía abierta a diversos campos del conocimiento y de las artes. Es decir, una enseñanza dirigida a potenciar las cualidades de cada alumno y a reafirmar su espiritualidad.
Por estas razones a lo largo de 2017 hemos recordado al Padre Ángel Ayala, en nuestros colegios y por supuesto en su ciudad natal, Ciudad Real. Lo seguiremos haciendo siempre con nuestros pensamientos, oraciones, dibujos… Incluso recordamos su figura de forma especial con actividades como exposiciones y conciertos.
Es más necesario que nunca que su capacidad educativa, con la que formó a tantas personas para trabajar en la Iglesia y la sociedad llegue a toda la comunidad educativa: profesores, alumnos y alumnas, padres y madres… Fue un hombre, sin duda, excepcional, por lo que es sencillo que su figura siga siento un modelo de motivación.