Los niños llevan mejor la “vuelta al cole» que sus padres a la oficina
Esta afirmación de Ramón Novella, psicopedagogo y profesor de Psicología de la Universidat CEU Abat Oliba, señala que, a menudo, la reticencia de los más pequeños a volver a clase es reflejo de la actitud negativa de los padres frente al retorno a la rutina laboral.
La vuelta al colegio no es para los niños algo traumático, no como puede suceder con algunos adultos al finalizar las vacaciones. La razón es que «los niños son más flexibles y se adaptan mejor al cambio, por lo que su proceso de aterrizaje se hace más sencillo». Además, viven el retorno a las clases como un acontecimiento positivo, puesto que está ligado al reencuentro con los amigos, algo que hace más llevadero el cambio y la adaptación.
Por esta flexibilidad no es necesario un período de aclimatación. Además, las vacaciones tampoco tienen por qué suponer una ruptura total con los hábitos del resto del año. La clave es descansar pero sin perder de vista las rutinas necesarias: «lo recomendable los niños sigan con un ritmo y unos horarios dentro de un ambiente de descanso y cambio de actividad». Sí es necesario contemplar cierto tiempo de adaptación en caso de cambios relevantes, como es el comienzo de una nueva etapa educativa o la integración en un nuevo centro escolar. En estos casos es positivo anticiparse a las novedades y explicarles qué experiencias podrán vivir.
En resumen, no suelen sentir angustia los días anteriores a la vuelta al cole, y si se detecta suele ser porque reflejan la actitud de los padres. En palabras del experto, «el síndrome postvacacional de los niños viene generado por sus propios padres», por lo que es fundamental que los adultos sean conscientes de lo que transmiten con su comportamiento.
Durante los primeros días del curso es recomendable prestar atención a las reacciones de los niños para poder ayudarles de ser necesario. Aunque el estrés no tiene por qué presentarse, hay síntomas que ayudan a detectarlo: «la comunicación difícil, el rechazo a hablar del nuevo curso, los nervios, las dificultades en el sueño o en la alimentación, son señales de alerta», explica. Novella.