Acercándonos a la poesía desde las emociones, la creatividad y la inclusión
Los alumnos de 5º han disfrutado de la poesía y de sus propias emociones a través de la antología poética «Por caminos azules…». Fue una actividad en la que los niños se acercaron a la literatura a través del dibujo, la canción y el trabajo creativo en equipo.
Nos hacemos nuestras gafas para leer poemas
Antes de pasar a la lectura, nos encargamos de derribar mitos en torno a la poesía, sobre todo los que la dibujan como algo lejano o complicado. ¿El objetivo? Conseguir que los alumnos quisieran acercarse a ella, para así llegar a despertar sus emociones a través de los versos.
Cuando llegaron los ejemplares de Por caminos azules… lo primero que hicimos fue estudiar el formato del libro: conocer las tapas, repasar las ilustraciones, entender el prólogo.
A continuación, les propusimos que se diseñaran unas gafas muy especiales y simbólicas: las gafas de leer poemas. A partir de ese momento, siempre que leamos poesía las llevaremos encima. Es algo así como un compromiso: si tengo las gafas, me comprometo a intentar entender y entrar en el juego de los poemas.
¿A qué huele tu poema? ¿Y a qué sabe?
Comenzamos a leer la primera parte de la antología, que recoge nanas y canciones infantiles. Pedimos a los alumnos que compartieran una canción o nana que recordaran de sus primeros años o que ellos mismos hubieran cantado a sus hermanos pequeños. Al principio, nadie se atrevía a cantar la nana como tal. La única canción que salía a la palestra era la de Duérmete niño, duérmete ya.
Poco a poco se fueron animando a compartir otras canciones. Primero, sin apenas voz, luego sin apenas música y finalmente, cantada y con palmas. Tengo una muñeca vestida de azul, El patio de mi casa, Susanita tiene un ratón, Perro salchicha, Los tres cerditos, Nanita ea, A ro ro…
Una de las alumnas tiene familia catalana y nos compartió una canción de cuna típica de allí. Además, contábamos con la presencia de dos chicos de prácticas de un máster en innovación educativa y uno de ellos, también catalán, nos regaló otra canción de su infancia. La otra estudiante del máster es de Venezuela y nos enseñó una canción infantil típica de su país: La naranja se pasea.
Después se les propuso que contaran a qué olía su canción. La profesora les puso un ejemplo personal: cuando yo era pequeña en casa de mis abuelos había un magnolio y mi abuelo siempre cogía sus flores y ponía una en cada habitación. Entonces, mi canción A ro ro huele a magnolio.
Para su sorpresa, los niños lo entendieron muy bien y dijeron cosas como que su poemas olían a Nenuco, a casa de mi madrina, al patio de jazmines de mi abuela (esto lo dijo la estudiante de prácticas), a un baúl que ya no sé dónde está…
Un alumno dijo que se acordaba más de una merienda que de un olor, y otros tantos se sumaron: a galletas con mantequilla, a pan con mantequilla y azúcar de casa de los abuelos, a pan con chocolate.
¿Cantamos?
A partir del poema La media luna es una cuna, de Miguel De Unamuno, los alumnos han tenido que inventar una melodía. La intención era evocar una situación de la infancia e intentar ajustar el ritmo, el tono y la melodía a lo que un contexto, como es mecer a un niño pequeño, merece.
Es maravilloso lo que son capaces de crear cuando realmente sienten.
Creamos pictoemas para los amigos del aula Arcoiris
Nuestro colegio es un centro de inclusión educativa que cuenta con un aula TEA, también llamada aula Arcoiris. Este año tenemos el regalo de que una de estas alumnas también está en nuestra clase. Los alumnos pensaron en cómo conseguir que su compañera de Arcoiris también participara de los poemas y de todas las sensaciones que nos transmiten. Para ello decidieron reescribir los textos que más les gustaron en un formato diferente: mezclando palabras y pictogramas.
En grupos de cuatro y cinco personas, eligieron un poema y lo transcribieron para componer un libro de pictoemas que van a donar al aula TEA, para que su compañera y el resto de amigos del aula Arcoiris puedan disfrutarlo también.