¿Qué es la enseñanza orientada a la acción?
En anteriores ocasiones hemos mencionado que el CEU es obra de la ACdP (Asociación Católica de Propagandistas). Entre los objetivos de esta organización está la transformación positiva de la sociedad. Para ello es fundamental el hacer, el buen hacer, de los católicos. Pero esa idea de acción es también vital para que nuestro alumnado sea capaz de enfrentarse con todas las herramientas posibles al mundo del futuro.
Las claves del aprendizaje activo
Las clases magistrales en las que el maestro se reduce a dictar información mientras el alumnado asiste pasivamente, tocaron a su fin. En nuestras aulas el aprendizaje es activo y participativo. Los alumnos son los verdaderos protagonistas, proponen y toman decisiones.
Así, construimos entre todos un aprendizaje experiencial, que se basa en la investigación, el trabajo por proyectos (ABP), y la resolución de problemas. Para ello se emplean por igual el lenguaje de la mente, el de las manos y el del corazón.
La clave es aplicar de forma práctica los contenidos de la materia, reforzando las actividades y acompañando al alumno en todo el ciclo de aprendizaje. En este ciclo se debaten ideas en el aula, a lo que sigue el trabajo de los estudiantes creando contenidos relacionados y, en muchas ocasiones, en formato digital. Así desarrollan la competencia digital, fundamental tanto en la actualidad como en su futuro académico y profesional. En todo este entorno, el aprendizaje se consigue a lo largo de todo el proceso, no solo cuando se obtiene el «producto» final del proyecto.
Con estos planteamientos se fomenta el pensamiento crítico y creativo y se motiva al alumnado. También se le empodera para que crea y construya de forma cooperativa el conocimiento.
¿En qué cambia la participación en el aula?
Los alumnos pasan de la escucha pasiva a la participación activa en los debates, proyectos, ejercicios en clase y demás actividades. Así consiguen mayor motivación, lo que les anima a involucrarse en lo que ocurre en el aula. Además, emplean pensamiento de orden superior y aprenden de una forma muy enriquecedora al recibir feedback inmediato tanto del profesor como de sus propios compañeros.
Por su parte, los profesores deben adaptar las actividades al momento del curso, al punto en el que se encuentra el grupo y a sus necesidades. Hacen aportaciones útiles y en el momento oportuno, para un mejor desempeño tanto grupal como individual. Además, están fuertemente orientados a fomentar el desarrollo de las competencias de los alumnos. Para ello diseñan y planifican el proceso de aprendizaje, guían y monitorizan el trabajo e intervienen cuando es necesario. Su tarea es la de animar a los estudiantes a que participen, interactúen y se comprometan con las actividades, así como de evaluar y promover la autoevaluación.
El profesorado también debe saber emplear las TIC de forma eficaz en las actividades, así como todos los recursos a su alcance. Debe medir también el desarrollo del proceso y hacer los ajustes necesarios, siempre manteniendo un diálogo cercano y abierto con los alumnos. Otra tarea relevante es ligar la teoría con la práctica; es decir, llevar el contenido curricular al mundo real.