Hacia un uso responsable y positivo de Internet y la tecnología
Nuestros niños y niñas han nacido en un mundo en el que la tecnología está presente las 24 horas. De hecho, crecen con ella, y su facilidad natural para manejar dispositivos y entender el funcionamiento de Internet a veces nos resulta sorprendente.
Los educadores y las familias tenemos la responsabilidad de mostrarles cómo dar un buen uso a estas herramientas tan útiles que tienen a su disposición. También debemos supervisar su manejo desde los primeros momentos, y servirles de guía a medida que crecen y van ganando autonomía.
Los videojuegos: escoger los títulos adecuados
Jugar con videojuegos aporta muchos beneficios al aprendizaje de niños y adolescentes. Con ellos, trabajan la capacidad espacial, emplean el razonamiento lógico, aumentan su memoria, mejoran los reflejos y ganan coordinación vista-mano. Pueden jugar, además, con amigos en casa, con la familia… los videojuegos también tienen una parte social para la que no hace falta jugar en línea, algo que no es recomendable para menores de edad; basta con hacerlo en local para que participen otras personas de la casa. Es decir, los videojuegos no tienen porqué ser una fuente de aislamiento si se plantea un buen uso.
Además, hay herramientas que les permiten dar rienda suelta a su creatividad; con ellas pueden llegar a programar sus propios videojuegos. Es posible también que, de esta afición, surja una auténtica pasión que se transforme en su vocación profesional.
La clave está en que los títulos sean siempre adecuados a cada edad. Debemos elegir con ellos los géneros que no son violentos ni plantean mecánicas que lo sean, o bien que resulten demasiado competitivas. Los hay educativos, creativos, que transmiten valores… Los de plataformas son muy recomendables para los niños, porque con ellos deben desarrollar sus destrezas motrices sin necesidad de tener excesivo control de los movimientos.
Nos ayudará conocer el índice o código PEGI, que es un sistema de clasificación del contenido de los videojuegos. Esta norma europea sirve para que padres y madres sepan de forma fiable para qué edad es indicado un título.
Es vital que los adultos siempre revisen la actividad de los niños en este sentido. Además, es necesario pactar un horario con ellos, fuera del que no deberán jugar. También hay que marcar con claridad el tiempo máximo de juego, así como la necesidad de realizar las tareas de clase o de casa antes de coger la consola.
Las redes sociales: con supervisión continua
Son una fuente muy útil de información y un medio más para relacionarse con los demás. Pero su uso también implica posibles riesgos a los que las personas adultas debemos prestar atención. Formar a los niños y adolescentes en el uso responsable y seguro de las redes sociales es también necesario para evitar situaciones poco recomendables.
Conceptos como intimidad o privacidad no son fáciles de transmitir a los niños, por lo que debemos ser los mayores los que les aconsejemos y guiemos sobre qué deben publicar y qué no, por qué es importante que no ofrezcan datos personales ni publiquen imágenes propias accesibles a cualquiera, etc. Debemos, eso sí, ofrecerles siempre argumentos razonados para llevar a cabo estas prácticas seguras.
Es recomendable también acompañarles en el proceso de registro en una red social. De hecho, debemos leer siempre los términos y condiciones de cada web para saber cuál es la edad mínima para su uso. Asimismo, los perfiles que tengan nuestros hijos deberán ser siempre privados o tener el mayor número posible de filtros de privacidad activados.
Es importante que entiendan que Internet también tiene normas y le aplican leyes. Igual que sucede en el mundo físico, nuestros actos tienen consecuencias, y deben aprender a reconocer qué se puede hacer online y qué no.
Aprendizaje en familia para aprovechar las oportunidades que nos brinda la tecnología
Las personas adultas debemos tener en cuenta que el mundo digital no es un mundo aparte. Las barreras entre lo off y lo online son cada vez más difusas, y la mayoría de la gente vive a caballo en los dos entornos. Ambos son reales, y lo que hacemos en uno influye en el otro.
El canal digital es un medio más para comunicarse, encontrar información, aprender, etc. Pero, para utilizarlo, antes que prohibir debemos educar. Las familias y los profesores somos las mejores guías en este camino. En el Colegio CEU San Pablo Sanchinarro sabemos de la importancia de estas cuestiones en la educación de los niños, así como de la necesidad de potenciar sus competencias digitales. De este interés han surgido iniciativas como la charla de formación para padres que impartió la Policía Nacional en nuestro centro, con relación al uso seguro de las redes sociales. Pero, sabemos también que el uso responsable de Internet se aprende mejor en familia; eso sí, siempre con el soporte y el apoyo de profesores y educadores.